lunes, 1 de julio de 2013

qué? I

"...si te toma de la muñeca es porque confía en ti y..."

Las señoras tarotistas y místicas y sus huevadas extrañas. La televisión sonaba con público atento sentado en el sofá, dándome la espalda, a mí y a mi café caliente y demasiado dulce.
Demasiado dulce. No le eché más agua, no le eché más café, no. Lo boté. No habían ánimos ese día. Para variar.
Subí a mi cuarto, aún ignorado físicamente por mis padres atentos a esa señora, a esa musiquita con campanas e instrumentos tan extraños. Extraños. Yo creo que esa era la palabra que definía esa mañana. Porque incluso no sabía si hacía frío o calor, o si iba a llover o a estar soleado. ¿Quizás nublado?
De todas maneras llevé un polerón en la mochila y una bufanda. Con este clima ya nadie sabía. Ni la señora tarotista y mística. Pero bueno. Quedé ganas con un café, pero me imaginé que el hombre de los cafés y donas tendría algo mucho mejor que ofrecerme cuando llegara a la universidad, a lacual, bueno... iba atrasado. Pero como yo no me estreso (digo yo), solo me resigné a caminar con calma en esa mañana extraña, asombrado y a la vez aburrido del mismo paisaje de siempre, del mismo canto de pájaros, de los mismos vehículos, las mismas casas...



-¿No dormiste hoy, cierto?
-¿Tanto se nota?
-Tus ojeras te delatan demasiado.
-No. Y quería tomar un café y el puto imbécil de los cafés no estaba. ¿Acaso va a llover?
-Quizás. ¿Y por qué no tomaste un café en tu casa?
-Me quedó malo. Lo boté.
-Te estoy juzgando.
-Yo igual.

Frank solo sonrió y se rascó el hombro izquierdo con terquedad. Yo diría que se golpeó más que otra cosa. Entonces yo eché los brazos a la mesa y apoyé mi cabeza también. Sería un día académico corto, pero el no haber dormido más el puto proyecto que debía entregar me tenían ansioso y cansadísimo.