domingo, 26 de mayo de 2013

liar, liar, liar, you'll pay for your sins-


Pues yo creía que sería un día normal, cotidiano, nada extraño, nada nuevo.
Salí a patinar con Consuelo, que cada día está más ágil. Sus piernas terribles tomaron forma y creo que ya son más fuertes que las mías. En dos semanas me alcanzó tanto que llegué a creer que hacía trampa. (¿Cómo? No tengo idea, soy un imbécil).

En fin. La cosa es que era todo muy extraño. Yo ya llevaba dos meses con B, ya formales. Pero esta situación me volvía loco y me hacía querer terminar con todo y llevármela lejos. A Consuelo.

Y en parte me siento culpable aún, porque sé que yo tomé la decisión que nos separó. Separó nuestros cuerpos, porque aquí estamos, como amigos. A veces pienso en la razón por la cual nos hicimos amigos. Y no hay una razón aparte de que nos llevamos increíblemente bien. Pero sí hay una causa, y es esa chispa estúpida y tan sexual que nos mantuvo juntos por tan pocas veces.

Primero pensé que no podría con la tentación, y bueno, no pude, y ella sí. Y que ella me haya rechazado fue mi pie para decir "no más". Estoy cambiado. Y B nunca va a saber más de lo que ya sabe, lo que me produce un poco de pena, y rabia, mucha rabia. Quisiera gritarle al mundo lo que tuvimos, pero soy muy bueno callando. Aunque no es secreto, es secreto. También me alegro porque haya pasado lo que pasó entre los dos, porque ahora nos conocemos y cada momento entre nosotros es único. Y vaya que te conozco. Antes pensaba que era peligroso, y bueno... no lo es. Es adrenalínico a morir, porque sabemos, sabemos... Pero, ¿qué es lo peor que podía pasar?


Entonces caíste.



***


Ahora te miro, coqueteando, como lo hacías conmigo cuando yo ni me daba cuenta porque estaba muy ebrio como para notarlo. Encima de las piernas de ella. De ella. No sé si te odio o me excitas aún más.
Mi vaso se vació y llenó en seguida múltiples veces. A las 7 perdí la cuenta. Los pitos se paseaban entre todos nosotros. Recuerdo ver tu cara risueña en extremo cuando rechazaste uno. "Ya estoy bien..." dijiste, y todos se rieron de tu estado horroríficamente no sobrio. Yo no me reí, porque sabía lo que venía a continuación. El baño te esperaba. Y esta vez no me esperaba a mí también, si no que estaba ahí para ti y Megan.

Ya estoy curado, anestesiado, ya te he olvidado.

¿Cómo me pudiste superar tan fácil?
Bueno, siempre lo dijimos. Era garche sin compromiso nada más. Pero yo no puedo superar tu cuerpo, mis ganas.

-¡Ay no! ¡Ahí me duele! -tus risotadas levantaron mi cabeza de golpe. Megan te tocaba la rodilla con suavidad y su cara denotaba una leve preocupación.
-¿Te caíste?
-Sí, andando en skate, hoy. Con Frank -me miró y sonrió. Pioja. Yo sonreí de vuelta y tomé un sorbo de ron.
-¡Pobrecita! A ver, ¿cómo te quedó?
-Me tengo que sacar los pantalones, estúpida -se burló picaronamente Consuelo.
-Ya po -Megan la miró seria. Yo hice como que ya no las tomaba en cuenta.

Y en menos de 3 segundos Consuelo se dirigía al baño seguida de Megan. Tuve la absurda esperanza de que volverian en 5, 8, 10 minutos como máximo. Pero no volvieron, ni en 5, 8, 10, 60, 120, 180 minutos. Y yo para ese entonces ya tocaba las canciones más populares en guitarra junto al resto de los chicos que estaban igual o más ebrios que yo.

Era un griterio pero aún así mi mente hablaba más alto que todas esas voces. Lo malo es que me hablaba de ti. Y lo peor es que escuché. Y aún peor es que hice caso.


-¿Quién es? -tu voz tras la puerta parecía extraña.
-¿Abre? -mi voz igual. Demasiado ebrio.
-¿Frank?